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Citado en el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" H. Murakami

sábado, 19 de marzo de 2016

El brillo en los ojos.

"Septiembre":
" Voy a taparle a su carta
los pies, que esta noche hará
ya frío, a la madrugada."
J. R. Jiménez
 
Tres líneas que encierran un universo de imágenes. Tres versos capaces de expresar amor, intimidad y la ternura de los pequeños actos que llevamos a cabo cuando nadie nos mira.
Un trozo de papel que es la persona amada, aquella a la que deseamos arropar mientras duerme. ¡La de veces que deseé leer esa carta!

Hay cartas de amor de todo tipo, a la patria, a la humanidad, a un padre o a la compañera de toda una vida. Cursis, conmovedoras, profundas, sabias, exaltadas, cotidianas.
Este post versa sobre una en concreto: la carta de Pablo Iglesias a los círculos y a la militancia de Podemos.
Se titula 'Defender la belleza', fue hecha pública en Twitter a las 18:14h del día 15 de marzo (5 horas después,  a las 23:30, comunicó la destitución fulminante del secretario de organización del partido) y habla de amor, pero en ella no es el amor un fin, sino una herramienta. Trataré de explicar por qué lo creo así.

Martha Nussbaum en su libro, "Emociones políticas. ¿Por qué el amor es importante para la justicia?", dedica un amplio capítulo a analizar la importancia de enseñar patriotismo. Un patriotismo que define no solo como amor, sino como libertad crítica.
Es fantástico este libro de Nussbaum. Parte del reconocimiento y aceptación de lo que el ser humano es: razón y emoción. Ambas inseparables e imprescindibles, ligadas íntimamente. Renunciar a apelar y educar a cualquiera de ellas, es dirigirse a una persona que no existe. Esta complejidad es ineludible, y si bien creemos bueno alejarnos de las emociones en la vida política buscando el consuelo y la tranquilidad de las decisiones puramente racionales, no podemos ignorar su inmenso poder, la velocidad con la que acceden, la capacidad de movilizarnos a favor o en contra.
A estos argumentos, Nussbaum añade uno más. En la jerga del baloncesto sería aquello de "a una canasta de 3, se contesta con otra de 3". No puedes combatir emociones como el asco (xenofobia) - que representan al otro como un subhumano -  únicamente con argumentos racionales. El antídoto solo puede venir por la vía de experimentar y visualizar al otro como alguien plenamente humano, cercano, en definitiva, alguien muy parecido a nosotros mismos.

El patriotismo es un arma peligrosa pero imprescindible porque, para amar necesitamos lo concreto, lo cercano. Necesitamos conocer para aceptar sufrimientos que protejan el bien amado. Necesitamos sentirnos parte de algo para considerarlo valioso. En ese sentido, ninguna sociedad sobreviviría a tiempos difíciles si aquellos que la componen no sienten amor hacia ella, hacia su cultura, su geografía, su gastronomía [ponga aquí cada uno aquello que le transporte a 'casa'].
Son esas cosas y maneras concretas las que nos diferencian de otros, las que nos singularizan. Sin el amor por las cosas compartidas, sería muy difícil tejer redes de solidaridad como los impuestos o responder a cualquier emergencia o desastre como sociedad.
Ese sentimiento hermanador tiene otra cara bastante más fea.
Para ser 'nosotros' ha de existir  un 'ellos'. Los que no son nosotros. Los que son distintos. Los que hacen las cosas de otra manera.
Todos los grandes políticos de la historia han sabido eso y han trabajado con ello. Los mejores han construido un patriotismo integrador basado en la libertad crítica. Los peores han arrojado a unos seres humanos contra los otros, en aras de una homogeneización a imagen y semejanza de los puros, los arios, los 'nuestros'.

Pablo Iglesias en su carta habla de amor, pero habla de patriotismo. Él es el político y sus militantes son su pueblo. Sus montañas, su gastronomía, su cultura, en definitiva, su territorio, es la belleza del brillo en los ojos.
Ellos lo tienen, los demás no. Ellos se aman. Los demás no. Ellos mantienen la ilusión. Los demás lo envidian.
Así dota a sus seguidores de una identidad, de un lugar donde reconocerse, de algo que amar lo suficiente como para sacrificar y sufrir por ello. Algo que haga que merezca la pena aceptar decisiones como la que 5 horas después haría pública.
Hasta en dos ocasiones, señala en su carta que políticos honestos y coherentes de la izquierda, le han mostrado personalmente cuánto envidian ese sentimiento que caracteriza a los seguidores de su partido y que ellos ya han perdido.
Así, Pablo Iglesias, crea un 'nosotros' porque crea un 'ellos'. Así se apodera de lo que en un tiempo fue, también, de muchos otros.
Así les dice: sois especiales.

Decía Nussbaum que el patriotismo debía navegar por el centro del río, sin acercarse nunca a ninguna de esas dos orillas peligrosas. Veremos si Pablo Iglesias es capaz de mantener tan delicado equilibrio.
El tiempo dirá.

domingo, 13 de marzo de 2016

No dejéis de llorar.



Dos veces he vivido la experiencia más extraordinaria de mi vida. Sin empates, porque cada una de ellas lo ha sido en términos absolutos.
El momento en que un pequeño trozo de carne palpitante y asustada te toca por primera vez.
Su peso sobre tu pecho, su calor, olor y el tacto de esa piel frágil y aterciopelada.
Saber que, desde ese momento, nada ni nadie en el mundo te impedirá protegerlo. Eres todo lo que tiene y ella es todo lo que necesitas tener.
Hay fotografías que son literatura pura, como la de arriba.
Puedes perderte en cada pliegue de esos pequeños muslos, en las 'pulseras' de sus diminutas muñecas, en la curva de su espalda y en la imposibilidad de sostener la cabeza. Y puedes olerlo y sentir de nuevo el calor en el pecho, el temblor, el amor infinito y la desesperación por librarlo de todo mal.
Eso sucedió mientras leía la crónica de Mariangela Paone en El Español Y cuando me di cuenta, lloraba sin poder parar.

Y en esa necesidad que tiene la inteligencia de ser racional, busqué explicación. Todo el día lo hice, porque lloraba y me sentía ridícula. Porque sabía que no había nada que pudiera hacer por ese recién nacido, que era el peso de mis hijas sobre mi pecho. Porque sabía que lloraba para sentirme mejor, pero no podía hacer otra cosa.

Y me hablaron unos y otras y otros más, de Arabia Saudí y de los bombardeos de Putin, y de los Estados Unidos y de que en Siria están peor. Y me hablaron de calidad de vida y de que es imposible atender a todos y que Merkel lo ha hecho mal y que Grecia y que Macedonia y Turquía...

Y yo solo pensaba que es imposible que no fuéramos capaces de construir un campo de refugiados en Europa, donde poder permanecer tumbada con ese peso sobre el pecho, sintiéndote a salvo en un país que no está en guerra, en un continente que es rico, en una sociedad que respeta los Derechos Humanos, entre seres humanos que han evolucionado tanto que se esfuerzan por cuidar a sus viejos y enfermos, aunque ya nada productivo aporten a la tribu.

Y entendí que hay que seguir llorando tantas veces como sea preciso, porque el día que no sintamos el impulso de hacerlo dejaremos de ser ricos, de estar en paz, no continuaremos evolucionado ni nos importará no dejar a nadie atrás. Ese día dejaremos de estudiar para encontrar la cura a una enfermedad y de esforzarnos por llegar a las estrellas, porque todo lo que ha hecho de valor el ser humano en su historia, empezó en la necesidad de proteger ese pequeño trocito de carne.
Ese día la humanidad comenzará su extinción.

Así que gracias Alberto (@pmarsupia) por ese TL empecinado, machacón y repetitivo. Gracias Mariangela (@mapaone ) por ese artículo y tantos otros que has escrito.

No dejéis de llorar. Es la manera en que tu cerebro (sí, tu cerebro, no tu corazón), te anima a hacer algo para remediar lo que tanto te hace sufrir. Cada uno encontrará su propio modo de hacerlo.


NOTA: No tengo permiso para usar esa imagen, no sé si lo necesito. No quiero infringir ninguna norma, ni tengo ánimo de lucro alguno. Por ello mantengo el pie de foto donde se cita al autor (creo) y he enviado un mensaje al medio del cual la he obtenido para que me den permiso/instrucciones para obtenerlo.
Si no puedo colgarla, la borraré, pero necesitaba que la vierais.

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