Sub-cabecera

Citado en el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" H. Murakami

sábado, 2 de marzo de 2013

Prejuicios

Desde hace unas semanas me viene a la cabeza con mucha frecuencia una conversación con un amigo. No es ningún revolucionario, muy al contrario, es un hombre tranquilo y prudente. Dijo como de pasada: cuando una norma es injusta, desobedecerla se convierte en un acto ético.
Me reí, creo que por la sorpresa de la aparente contradicción entre sus educadas formas, mi prejuicio y la radicalidad del pensamiento.

Me escucho hablar hoy, y pienso que he sido una inmadura toda la vida, tal vez sea que el tiempo que vivimos te hace replanteártelo todo. Lo sorprendente es que en el fondo no creo haber cambiado mucho. Son aquéllos en los que confiaba los que parecen haberlo hecho.

Y es que nunca me tomé la molestia de ver lo que contradecía mis prejuicios. Unos prejuicios injustamente favorables.

Decía Ramón y Cajal: "Cuando a uno le salen las cosas bien, cree que todo va bien" (Charlas de café, Austral 1941). 

Resulta inquietante descubrir en palabras de hace casi cien años muchas de las amarguras y defectos de hoy.
No, no va bien, va de pena, y no ha sido algo repentino, llevamos muchos años yendo de pena, como sociedad, como ciudadanos.

Me decían esta misma tarde que necesitamos líderes nuevos, y no hay recambio. Y yo empiezo a sospechar que por desgracia, no serían suficiente. Los que surjan proceden de una cultura de la masedumbre, de la falta de crítica hacia ellos mismos y hacia los demás, porque en eso nos hemos educado. Porque no sabemos discrepar sin liarla parda. Pasamos del asentimiento a la bronca sin solución de continuidad. Y vuelvo a Cajal, que no entiendo por qué demonios no lo estudiamos más: "para discutir honradamente es preciso que cada interlocutor se resigne a seguir además de su propio camino, el recorrido por el adversario".

No tenemos líderes, pero no creo que sea imprescindible tenerlos para cambiar. Todo es más rápido y sencillo cuando alguien te arrastra con su ilusión, pero (¡qué le vamos a hacer!) no nos quedan. Tal vez durante un tiempo, hasta que otra generación educada de otra manera tome el relevo, tengan que ser cada día los ciudadanos, pequeños héroes.

Hacer cosas que deberían carecer de trascendencia, pero que, por infrecuentes, serán transformadas en gestas.



Y esta canción en autorepeat...


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